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Rabietas II: El papel de la atención del adulto.

En el post anterior sobre las rabietas tratamos de comprender el origen, la utilidad y la naturaleza de las rabietas. Antes de seguir leyendo es muy importante comprender las rabietas, su origen y razón de ser, por este motivo te recomiendo leer antes la entrada previa a esta sobre rabietas.


Una vez conocemos mejor las rabietas, vamos a aprender el importante papel que jugamos los adultos a la hora de mantenerlas o evitarlas, para poder controlar las rabietas y conseguir que nuestro hijo/a sea más feliz y comprenda mejor sus emociones.


Como ya vimos en el anterior post, las rabietas son un comportamiento natural del ser humano infantil, el cual debe aprender a gestionar su comportamiento y modular las emociones mediante la educación que les ofrecen su papá, su mamá y el resto de adultos cercanos. Cuando un niño pequeño no puede conseguir lo que quiere o se encuentra en una situación que no le agrada surge la ira como emoción predominante para intentar eliminar, suprimir o mermar dicha situación. Es cierto que si se aprende a manejar y controlar esta emoción puede llegar a ser bastante útil para conocernos a nosotros mismos y para establecer límites entre lo que sí y lo que no nos gusta, pero como cualquier capacidad, debe aprenderse y modularse, por este motivo, deberemos enseñar a nuestros hijos a hacerlo.


Hay que tener en cuenta que la atención que la mamá y el papá (o adulto correspondiente) ofrecen a su hijo es el premio más importante del mundo, podríamos decir que es el petróleo o el oro de los niños.


¿Por qué es tan importante la atención que le prestamos a nuestro hijo?


Para responder a esta pregunta, recurriré al ejemplo del cervatillo. Cuando un cervatillo nace, pasan sólo unos minutos hasta que comienza a andar, pudiendo moverse de forma independiente y alejarse de su madre. En cambio, un niño no comienza a caminar, por norma general, hasta los 12 meses de edad. La independencia del ser humano es más lenta y tardía que el del cervatillo, puesto que ese periodo de tiempo más largo le ofrece la posibilidad al humano para aprender toda la cantidad de herencia cultural que le servirá el resto de su vida, como el lenguaje, las matemáticas, las normas sociales, el autocontrol, etc. Por este motivo, el ser humano desde que nace hasta los 18 años muestra una dependencia de sus padres que disminuye progresivamente. Esta dependencia en edades tempranas es total, ya que en los inicios de la historia del ser humano, el hecho de que los padres mostraran atención a sus hijos continuamente suponía una conducta muy adaptativa, ya que de esta manera el bebé tenía cubiertas sus necesidades de forma continua y era menos probable que un depredador se acercara a éste. Estos mecanismos primitivos han permanecido grabados en nuestra genética hasta hoy y por este motivo la atención de los padres es el premio más valioso para los niños pequeños, ya que supone estar protegido, seguro, provisto de cariño y de cobertura total de las necesidades básicas continuamente ¿Quién no quiere algo así?


Una vez comprendemos que el premio más importante que pueden recibir nuestros hijos es nuestra atención, podemos comenzar a aprender a manejar las temidas rabietas.


Voy a exponerte un ejemplo que es un clásico cuando se trata el tema de las rabietas, de hecho, estoy seguro que cuando lo leas puedes sentir que te resulta familiar.



Un día cualquiera me encontraba en la cola del supermercado esperando para pagar mis productos cuando de pronto divisé a un niño de unos 32 meses de edad agarrando la cesta de la compra de su madre y moviéndose de un sitio para otro (hasta aquí todo bien). Conforme avanza la cola, pude detectar un ejemplo de lo bien que puede funcionar el márketing infantil... Justo a la altura de los ojos de ese niño se encontraba una caja de piruletas con imágenes ilustradas de unos dibujos animados muy famosos que trata sobre unos perros que van en grupo, se desplazan en vehículos sofisticados y son muy resolutivos (seguro que sabéis de qué se trata). Justo en el momento en el que la madre le llega el turno para poner los productos en la cinta de la caja, el niño ve inevitablemente la temida piruleta, mostrando cara de sorpresa y señalando a la misma mientras mira a su madre con cara de sorpresa por haber reconocido los dibujos que acompañan a la ansiada piruleta. La madre dice que no puede ser, que es tarde y que ya le compró una chuche por la mañana, aunque el niño insiste de forma repetida, sintiéndose la tensión y acercándose lo esperable... El niño comienza a gritar exigiendo su piruleta, incluso intenta cogerla, pero su madre le dice firmemente que no, que no puede ser. En ese momento el niño se tira al suelo, grita, se retuerce, mueve sus piernas y brazos con intensidad y llora desconsoladamente. Efectivamente, en medio de toda la multitud, el niño hace uso de una rabieta. La madre preocupada por lo que pueden pensar las demás personas que le rodean y cansada de toda la semana, le da la piruleta para terminar con ese episodio...


Estoy seguro que la escena que has leído te resulta familiar, es un clásico cuando hablamos de rabietas. ¿Qué ocurre cuando prestamos atención a las rabietas? Piensa que la atención es el premio más poderoso que se le puede dar a un niño, por este motivo, el mero hecho de prestarle atención a nuestro hijo cuando muestra una rabieta es algo que reforzará esta conducta. Si además le damos a nuestro hijo la piruleta para concluir con la rabieta estaremos cometiendo un grave error, puesto que aprenderá a que cuando quiere algo y utiliza la rabieta lo consigue.



Como podemos ver, en función de cómo manejemos nuestra atención a la conducta de nuestro hijo, haremos que lleve a cabo diferentes aprendizajes.


- Si gritamos o reñimos a nuestro hijo cuando tiene una rabieta aprenderá a que cuando tiene una rabieta, gana la atención de su papá o su mamá.

- Si le compramos la piruleta cuando tiene la rabieta, nuestro hijo aprenderá a que cuando quiere algo, como la piruleta, podrá conseguirlo mediante la rabieta y la próxima vez que vea la piruleta recurrirá a la rabieta para conseguirla.

- En cambio, si cuando nuestro hijo muestra una rabieta para conseguir la piruleta no le prestamos atención, aprenderá a que cuando tiene la rabieta, nadie le hace caso y no consigue nada.


¡Recuerda que la atención de papá o de mamá = el premio más valioso para tu hijo/a!


Te animo a que comprendas bien qué repercusiones tiene la atención que le damos a nuestros hijos en su comportamiento, ya que de esta manera podrás utilizar la atención que le damos a nuestros hijos para premiar aquellas conductas que queremos que se repitan y a no atender aquellas que queremos extinguir.


Por último es importante saber diferenciar entre "las rabietas de uso" y las rabietas reales.


Las "rabietas de uso" son rabietas fingidas que el niño utiliza para conseguir la atención del adulto. Se caracterizan por ser poco consistentes, intermitentes, de duración corta, de intensidad fluctuante y van a más cuando le prestamos atención. Además, tu experiencia con tu hijo/a te ayudará a identificarlas perfectamente. Estas rabietas no deben ser atendidas, puesto que los niños utilizan las mismas para conseguir la atención del adulto y así conseguir lo que quieren (en el caso del ejemplo anterior, la piruleta).


Aquí podemos ver un ejemplo de una rabieta falsa. Podemos ver cómo el niño se acerca a su papá y su mamá para mostrar su rabieta y cómo ésta es inconsistente, dependiente de la atención del adulto, intermitente, corta y de intensidad fluctuante. ¡Hay que reconocer que pese a la edad del niño, es un gran actor!


En cambio, una rabieta real comienza siendo menos intensa y aumenta progresivamente de forma espontánea y se puede ver que no depende tanto de la atención que le presta el adulto. Lo que más caracteriza a las rabietas reales es la duración. Una rabieta real dura bastante más tiempo (depende del niño) y realmente el niño que la presenta se siente desconsolado. Este tipo de rabietas, si vemos que no merman solas, debemos ayudar a nuestros hijos a gestionarlas, puesto que por sí solos no son capaces. Para ello nos acercaremos, le abrazaremos y con una voz suave le explicaremos cómo se sienten y por qué y además le apoyaremos dándole cariño y diciéndole que pasará pronto.


Si aplicas lo aprendido en tu día a día, verás cómo la atención puede ser una potente herramienta para ayudarte a educar a tu hijo/a. Recuerda que la atención = Premio, en función de a qué conductas le prestemos atención serán las que se repitan y por el contrario aquellas a las que no hagamos caso, desaparecerán. Por último, tener en cuenta que hay rabietas de uso y rabietas reales, cada una se trata de forma diferente. Mucho ánimo, tienes la oportunidad de participar en la educación y el desarrollo de lo más importante, tu hijo/a.


En el siguiente post trataremos de forma más específica las rabietas y os ofreceré herramientas para prevenir las rabietas, así como hacerles frente cuando aparezcan.





Referencias:


Montañés, M. C. (2005). Psicología de la emoción: el proceso emocional. Universidad de Valencia.

Bisquerra, R. (2011). Educación emocional. Propuestas para educadores y familias. Bilbao: Desclée de Brower.


Martínez Pérez, M. D. (2017). Trabajo de Investigación: Las Rabietas. PublicacionesDidácticas, 82(1), 462-469.






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