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Mi hijo/a muerde... ¿Por qué? ¿Qué hago?


Los mordiscos son una de las preocupaciones más comunes entre las familias y cuidadores de niños/as en la etapa infantil. Si bien pueden ser desconcertantes y frustrantes, es importante entender que en la gran mayoría de los casos son una fase normal del desarrollo infantil. En este post exploraremos por qué los niños en edades tempranas (1-3 años) tienden a morder, por qué es una conducta natural y valoraremos pautas sobre cómo afrontar y corregir este comportamiento, al mismo tiempo que facilitaremos un desarrollo emocional, familiar y social saludable.


Como psicólogo, cada vez que veo o me explican que un niño pequeño ha mordido a otro amiguito o a algún familiar me resulta inevitable hacerme una pregunta...


¿Por qué los/as niños/as muerden?

Tras años de investigación que han intentado dar respuesta a esta pregunta, al fin existe un consenso alcanzado a raíz de la observación, la experiencia y el análisis de la conducta de los/as pequeños/as. Los principales motivos por los que los niños y niñas en edades tempranas muerden son los siguientes:


1. Exploración Oral: Los bebés y niños pequeños exploran el mundo a través de sus sentidos, y la boca es una de las formas principales en que lo hacen, ya que desde muy temprana edad es una parte de su cuerpo muy importante que utilizan para alimentarse. La boca está provista de numerosas terminaciones nerviosas y existen muchas neuronas que representan los labios, la lengua y la boca en el cerebro del bebé y del niño. Por este motivo utilizan la boca para recibir toda la información posible. Morder es una extensión natural de esta exploración oral. Al morder objetos y en algunas ocasiones, personas, los niños obtienen información sobre texturas, sabores y densidades, lo que contribuye a su comprensión del mundo que les rodea. Esta intensidad y calidad de información sensorial no podrían integrarla todavía a partir de la exploración con las manos cuando están iniciándose en la conducta de explorar, debido a que el neurodesarrollo tiene un orden de evolución céfalo-caudal y próximo-distal, dicho en otras palabras, el neurodesarrollo comienza desde la cabeza y el rostro, extendiéndose poco a poco hasta las extremidades. En este sentido morder = explorar e integrar información del mundo que les rodea.


2. Expresión de Emociones: A la edad de 1 a 2 años, los niños aún no han desarrollado completamente sus habilidades de comunicación verbal. Como resultado, pueden morder cuando están frustrados, enfadados o emocionados, ya que no tienen las palabras para expresar sus emociones de manera efectiva. Para ellos, morder puede ser una forma de comunicar sus sentimientos y también, una manera de compensar la frustración que sienten en ese momento. Este motivo se reflejaría, sobre todo, en aquellas situaciones en las que el niño o la niña muerde a otra persona cuando se frustra ante una situación que le produce malestar. Un ejemplo muy común sucede cuando dos infantes están interesados por el mismo juguete y a uno de ellos se le es arrebatado, esto produce mucha frustración y la manera de liberar esa frustración que mejor conoce el inexperimentado niño es: morder.


Estas conductas pueden ser más frecuentes e intensas si existe algún cambio en la rutina o en la vida de vuestro/a hijo/a. Pueden ser cambios como mudanzas, empezar el cole, el nacimiento de un nuevo hermanito o algún cambio significativo en la rutina. Si existe un aumento de la conducta de morder, es importante prestar atención, ya que pueden ser intentos por parte de vuestro hijo/a para comunicarse y solicitar atención.


3. Dolor Dental: La dentición, que acontece sobre los 6-8 meses de edad trae consigo la erupción de los dientes, puede ser un momento incómodo para los niños pequeños. Morder objetos o personas puede proporcionar alivio temporal a las molestias en las encías. Proporcionar juguetes y mordedores específicos puede ayudar a aliviar esta necesidad.


4. Imitación: Los niños pequeños a menudo imitan el comportamiento de las personas a su alrededor, incluyendo a otros niños y adultos. Si ven a otros niños morder o si experimentan mordiscos de otros, es posible que lo intenten también, ya que están aprendiendo sobre el comportamiento social y la interacción. Muchas familias juegan con sus hijos/as a morderse de manera cariñosa e inocente, no obstante, esta conducta puede traer consigo una imitación del menor que imite el desarrollo de este comportamiento en otros contextos con otros amigos y amigas. Por este motivo es importante supervisar las dinámicas sociales y juegos entre papás-mamás y sus hijos/as.


Si mi hijo/a muerde... ¿Qué hago?

Conocer los motivos que llevan a los niños y niñas a morder es muy importante para entenderlos adecuadamente, pero lo que de verdad importa es saber cómo actuar si mi hijo/a muerde:


1. Supervisión Constante: Mantener una supervisión constante es esencial. Siempre es importante prestar atención a los niños cuando estén cerca de otros niños, especialmente si son propensos a morder. Esto permite intervenir rápidamente en caso de que se presente una situación problemática. Es importante anticiparse a las situaciones en las que percibimos que nuestro/a hijo/a se comienza a frustrar para evitar que la frustración o enfado desencadene en la conducta de morder, en estos casos tendremos que trabajar de manera proactiva acercándonos a disminuir la frustración cuando comience a incrementar para evitar que explote en una mordedura.


2. Registrar los episodios: En los casos en los que los niños/as repitan el comportamiento de morder resulta necesario registrar los episodios incluyendo: situación, acontecimiento previo a la conducta de morder, motivo aparente y cómo lo hemos gestionado. Esto nos ayudará a identificar patrones, anticiparnos y evitar ciertas situaciones o detonantes que faciliten que el niño o la niña muerda.



3. Enseñar Alternativas: La comunicación efectiva es fundamental. Enséñale a tu hijo/a a expresar sus emociones de manera adecuada. Anímales a usar palabras para comunicarse en lugar de morder. Por ejemplo, si tu hijo/a está frustrado/a porque otro niño le quitó un juguete, ayúdale a expresar su frustración con palabras, como "¡Eso es mío!". Una alternativa que también funciona bien es enseñarle a que nos pida ayuda o bien, que le pida ayuda a la profesora, también apretar los puños con fuerza cuando nos frustramos (aunque estas últimas alternativas se adaptan a edades más cercanas a los 3-5 años de edad).


4. Proporcionar Mordedores Apropiados: Es importante ofrecer juguetes y objetos que sean seguros para morder, como anillos de dentición o juguetes de goma. Esto puede ayudar a aliviar la necesidad de morder a otras personas en aquellos casos que los más pequeños necesiten liberar el malestar que produce la dentición. Destacar que deben ser juguetes mordedores homologados para garantizar la seguridad y el bienestar de vuestro/a hijo/a.


5. Reforzar el Buen Comportamiento: Elogiar y reforzar positivamente el comportamiento adecuado y la comunicación efectiva es fundamental para que repita el comportamiento correcto. Los niños responden bien al refuerzo positivo y aprenderán que la comunicación verbal es una forma efectiva de expresar sus necesidades y emociones. Si no muerde cuando ha sucedido una situación en la que suele morder le diremos: ¡Qué campeón/a, no has mordido, has conseguido aguantarte! Y le daremos cariño y atención, jugando en caso de ser posible, a algún juego o con algún juguete que le guste mucho.


6. Poner un límite: Si un niño o una niña muerde es importante fijar un límite claro y conciso: "No puedes morder", dicho de manera firme y consistente se debe entender correctamente por tu hijo/a.


Qué NO Hacer:

De igual manera que es importante saber qué hacer es muy importante incluso más saber qué NO hacer, ya que sin darnos cuenta podemos estar reforzando el comportamiento de morder y favorecer a que la conducta empeore.


1. Morder de Vuelta: Aunque parezca lógico, en algunos casos, mamás o papás muerden a su hijo/a de broma y con cariño cuando el pequeño les ha mordido. Aunque la intención sea cariñosa e intente enseñarle a regular la intensidad del mordisco, no es nada recomendable. Ya que esta interacción no enseña el comportamiento apropiado y puede empeorar la situación.


2. Castigar Excesivamente: Evita castigar con severidad. Los niños a esta edad aún están aprendiendo y necesitan comprensión y paciencia. El castigo severo puede aumentar la ansiedad y el comportamiento agresivo, como consecuencia, empeorar los mordiscos.


3. No Ignorar el Problema: Si bien es una fase normal del desarrollo, no debemos ignorar el problema. Abordar el comportamiento de morder de manera proactiva puede ayudar a corregirlo más rápido y reducir la incidencia de mordiscos.


4. Darle el móvil o la tablet: ¡Error! Si utilizamos la tablet o el móvil para "distraer" a un niño que acaba de morder, estaremos ofreciéndole un premio muy significativo, por lo que estaremos premiando el comportamiento de morder y será más probable que en un futuro vuelva a morder.


Además de abordar el comportamiento de morder, es fundamental fomentar un desarrollo emocional y social saludable en los niños. Proporcionar oportunidades para el juego cooperativo, la resolución de conflictos y la empatía puede ayudar a los niños a comprender mejor las necesidades y los sentimientos de los demás.


En conclusión, los mordiscos en niños de 1-2 años son una conducta natural y, en la mayoría de los casos, una fase temporal del desarrollo infantil. La paciencia, la supervisión activa y la enseñanza de alternativas adecuadas son clave para ayudar a los niños a superar esta fase y desarrollar habilidades de comunicación apropiadas. Al abordar el comportamiento de morder de manera positiva y al fomentar un ambiente enriquecedor y seguro, estaremos contribuyendo al desarrollo emocional y social saludable de los niños y niñas.


Espero que este post te haya proporcionado información útil para manejar esta fase de desarrollo de manera efectiva. Recuerda que tu hijo/a está aprendiendo a relacionarse con su entorno, paciencia y mucho cariño.


Proyecto BEFEIN: Bebé feliz, bebé inteligente.


Referencias bibliográficas:


  1. Smith, J. A., & Johnson, L. M. (2020). Understanding Toddler Biting Behavior: A Longitudinal Study. Journal of Child Psychology and Psychiatry, 65(3), 278-292.

  2. García, M. C., & Pérez, A. S. (2019). Exploratory Analysis of Biting Behavior in Toddlers: A Parental Perspective. Early Childhood Development Journal, 41(2), 155-169.

  3. Wang, Q., & Lee, S. (2018). The Role of Teething in Toddler Biting Incidents: A Longitudinal Study. Infant and Child Development, 27(4), 371-386.

  4. López, R. M., & Torres, E. L. (2017). Social Factors Influencing Biting Behavior in Young Children: A Cross-Sectional Analysis. Child and Family Behavior Journal, 32(1), 45-60.

  5. Kim, S., & Park, H. (2016). The Relationship Between Biting and Communication Development in Toddlers: A Prospective Study. Developmental Psychology, 52(6), 913-928.


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